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En las agitadas y muy pobladas carreteras de hoy en día, la mayoría de los semáforos están configurados para leer los flujos de tráfico simples a través de bucles de inducción, o similares, en el pavimento. La mayoría de las grandes metrópolis utilizan centros de tráfico que, observando los flujos de tráfico literales y las emergencias, pueden alterar las señales de tráfico selectivas según sea necesario. La mayoría de ellos están atendidos por varios especialistas en tráfico, y cuentan con la ayuda de programas informáticos que les alertan no sólo de las situaciones de aglomeración, sino de la inminente congestión del tráfico.