Los dispositivos IoT son pequeños ordenadores, normalmente con Linux, que realizan una función determinada. Como cualquier otro dispositivo conectado a Internet o a la nube, estos pueden ser hackeados. Lo que es peor, es que la mayoría de los dispositivos carecen de una interfaz de usuario adecuada y vienen con contraseñas por defecto que facilitan el hackeo por parte de personas remotas.