¿Qué es el Internet de las cosas (IoT)?
Desde que se acuñó el término en 1999, el internet de las cosas (IoT) ha pasado de ser una mera visión a una realidad palpable. Esto puede atribuirse al amplio uso del Protocolo de Internet (IP), al auge de la informática ubicua y al continuo avance de la analítica de datos, entre otros motores de desarrollo. Se calcula que en 2020 habrá 20.400 millones de dispositivos conectados al IoT. Sin embargo, a pesar de su continua expansión, la IO sigue siendo hasta cierto punto un concepto oscuro, algo a lo que a menudo se hace referencia en términos abstractos incluso cuando proporciona beneficios manifiestos.
El IoT puede describirse como una extensión de Internet y otras conexiones de red a diferentes sensores y dispositivos -o «cosas»- que permiten incluso a objetos sencillos, como bombillas, cerraduras y rejillas de ventilación, un mayor grado de capacidad informática y analítica.
La interoperabilidad es uno de los aspectos clave del IoT que contribuyen a su creciente popularidad. Los dispositivos conectados o «inteligentes» -como suelen llamarse las «cosas» en la IO- tienen la capacidad de recopilar y compartir datos de sus entornos con otros dispositivos y redes. Mediante el análisis y el procesamiento de los datos, los dispositivos pueden realizar sus funciones con poca o ninguna necesidad de interacción humana.
Dado el número cada vez mayor de dispositivos conectados, la IO continúa su camino de evolución, añadiendo diferentes capas a los datos que ya se comparten y procesan, y dando lugar a sofisticados algoritmos que dan lugar a mejores niveles de automatización. Y debido a la variedad de «cosas» que pueden conectarse a ella, la IO ha permitido diversas aplicaciones tanto para usuarios individuales como para industrias enteras.
¿Cómo funciona la IO?
Las «cosas» que componen el IoT pueden ser cualquier cosa, desde un rastreador de fitness portátil hasta un vehículo autónomo. Independientemente de la función que cumplan para los usuarios, estos dispositivos deben tener los siguientes componentes para que funcionen correctamente como partes de sus respectivos sistemas de IoT.
Sensores. Los datos se recogen primero del entorno para que el sistema IoT comience a procesarlos. Son recogidos por los sensores de los dispositivos que pueden medir sucesos observables o cambios en el entorno. El tipo de datos que mide el dispositivo depende de su función: Puede ser el pulso de una persona en el caso de un rastreador de fitness o la distancia del objeto más cercano en el de un vehículo autónomo.
Conexión e identificación. Los datos deben ser comunicados desde el dispositivo al resto del sistema IoT, ya sea a un ordenador o a otro dispositivo. Y para que esta comunicación tenga sentido, un dispositivo debe tener una presencia única e identificable en Internet, que se consigue a través de su propia dirección IP.
Actuadores. La mayoría de los dispositivos IoT son capaces de realizar sus funciones principales sin interacción física con sus usuarios. Los dispositivos IoT deben ser capaces de emprender acciones basadas en los datos de sus sensores y en la subsiguiente retroalimentación de la red. Una bombilla inteligente, por ejemplo, puede encenderse a la orden de su usuario, incluso cuando éste se encuentra a kilómetros de distancia. Del mismo modo, una válvula en una fábrica inteligente puede abrirse o cerrarse automáticamente según los datos recogidos por sus sensores a lo largo de la línea de producción.
Aunque los dispositivos se construyen normalmente pensando en la automatización, deben existir otras tecnologías para que los sistemas IoT funcionen. Completando los eslabones de cómo los sistemas IoT procesan los datos están los siguientes componentes.
Pasarela IoT. La pasarela IoT actúa como puente para que los datos de los diferentes dispositivos lleguen a la nube. También ayuda a traducir los diferentes protocolos de los distintos dispositivos IoT a un único protocolo estándar y a filtrar los datos innecesarios recogidos por los dispositivos.
La nube. La nube es el lugar donde se reúnen todos los datos de los diferentes dispositivos y donde el software puede llegar a estos datos para su procesamiento. Como la mayor parte del procesamiento de datos se realiza en la nube, se reduce la carga de los dispositivos individuales.
Interfaz de usuario. La interfaz de usuario comunica a los usuarios los datos recogidos por los dispositivos y les permite realizar las órdenes necesarias para que los dispositivos las ejecuten.
El Consejo de Arquitectura de Internet publicó un documento orientativo en el que se describen los cuatro canales de comunicación utilizados por el IoT. Los cuatro modelos también demuestran cómo la conectividad de los dispositivos IoT ayuda a ampliar el valor de cada dispositivo y añade calidad a la experiencia general del usuario:
Dispositivo a dispositivo. Este modelo representa cómo dos o más dispositivos se conectan y comunican directamente entre sí. La comunicación entre dispositivos suele realizarse a través de protocolos como Bluetooth, Z-Wave y Zigbee. Este modelo se encuentra a menudo en los wearables y en los dispositivos de automatización del hogar, donde se comunican pequeños paquetes de datos de un dispositivo a otro, como ocurre con una cerradura de puerta a una bombilla.
Dispositivo a la nube. Muchos dispositivos IoT se conectan a la nube, a menudo con el uso de Ethernet por cable o Wi-Fi. La conexión a la nube permite a los usuarios y a las aplicaciones relacionadas acceder a los dispositivos, lo que hace posible cursar comandos de forma remota, así como enviar las actualizaciones necesarias al software del dispositivo. A través de esta conexión, los dispositivos también pueden recoger datos de los usuarios para la mejora de sus proveedores de servicios.
Dispositivo-pasarela. Antes de conectarse a la nube, los dispositivos IoT pueden comunicarse primero con un dispositivo intermediario de pasarela. La pasarela puede traducir los protocolos y añadir una capa adicional de seguridad para todo el sistema IoT. En el caso de un hogar inteligente, por ejemplo, todos los dispositivos inteligentes pueden conectarse a un centro (la pasarela) que ayuda a los diferentes dispositivos a trabajar juntos a pesar de tener diferentes protocolos de conexión.
Intercambio de datos en el back-end. Este modelo, que es una extensión del modelo «device-to-cloud», permite a los usuarios acceder y analizar una colección de datos de diferentes dispositivos inteligentes. Una empresa, por ejemplo, puede utilizar este modelo para acceder a la información de todos los dispositivos que funcionan dentro del edificio de la empresa, organizados conjuntamente en la nube. Este modelo también ayuda a reducir los problemas de portabilidad de datos.
Fuente: Internet de las cosas (IoT)
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